viernes, 22 de enero de 2010

Y...e l 2009 nos dijo adiós


Por fin!, - exclamará más de uno.
Y con toda la razón. Porque el fin de año, casi por decreto, a muchas personas obliga a sentirse felices, comprometidos con todas las causas justas, a sonreír, a desear paz, amor y felicidad, lo sientan o no... A consumir, a gastar lo que no se tiene con tal de no parecer menos que los demás...
Mi mayor deseo es que con ella se haya marchado la tristeza; el dolor que suele producir la añoranza de los que se fueron y ya no han podido pasarla en familia; la nostalgia recordando otras muchas Navidades alegres, en las que tuvieron a su lado a quienes amaban; ese vacío interior que de repente, y sólo por ser Navidad y año nuevo, parece llenar por dentro; la soledad que en estos días a muchos se les hace un poco menos llevadera...
Sé que para algunos de mis amigos este fin de año no ha sido precisamente una de las mejores, y es a ellos a quienes especialmente va dirigido mi deseo. Aunque estoy convencida, de ello no me cabe la menor duda, de que poco a poco todo irá de nuevo recolocándose en su lugar. Cada recuerdo, cada sentimiento, cada dolor, cada ausencia... ocuparán otra vez aquel que le tenemos asignado en nuestro corazón y que, inevitablemente, y sin que nosotros podamos hacer nada para evitarlo, en estos días se ponen fuera de su lugar habitual. Un lugar, que aunque no nos aleje del todo el dolor, al menos nos permite ir viviendo con un poco de paz.
Ahora sólo nos queda celebrar y abrazar a este nuevo año que acaba de irrumpir en nuestras vidas. Un nuevo año que seguro vendrá cargado de miles de momentos felices que pasarán por nuestro lado, y que de nosotros, sólo de nosotros, dependerá que seamos capaces de atraparlos al vuelo. Porque sólo así, sosteniendo un trocito de aquí y un trocito de allá, y juntándolos todos ellos, es como podremos crearnos eso tan difícil de conseguir llamado Felicidad. Y como dijo una gran amiga, muy sabiamente, a lo mejor no es que la vida nos ofrezca pocas posibilidades, es que nos pasan desapercibidas porque fijamos la vista en un horizonte lejano e inalcanzable, y no nos damos cuenta de lo que nos pasa por el lado.
Así que, tal como nosotras nos lo hemos propuesto para este año, no perdernos detalle de las pequeñas cosas, pido a todos quienes me leen que también sea el propósito de todos en este Año Nuevo.
Nada de dejar de fumar, ni de ir al gimnasio, o de adelgazar, ni tampoco aprender un idioma... Todo eso ya está muy visto. Los propósitos para este recién estrenado año son otros, y además muy fáciles de cumplir: el primero de ellos es sentirnos felices sólo por el hecho de estar vivos; por los padres, los hijos y hermanos que tenemos, por vivir en un país libre; por no pasar hambre ni frío y por tener todas nuestras necesidades básicas cubiertas; por tener amigos que nos levantan el ánimo siempre que lo necesitamos....
Y luego, saber ver la belleza que se esconde en un amanecer o en una puesta de sol; alegrarnos cuando vemos que a los árboles, que se habían quedado desnudos durante el invierno, empiezan a brotarles las hojas anunciándonos que la primavera está al caer; cuando al cruzarnos con nuestro vecino, al que nunca prestamos demasiada atención, le damos un buenos días más afectuoso de lo normal y él nos responde con una sonrisa; aprender a dar un gracias por esas cosas por las que habitualmente no las damos, porque ya se han convertido en rutinarias; pedir perdón siempre que sea necesario, sin que por ello pensemos que estamos perdiendo el orgullo ni la dignidad, disfrutar del sol, del mar, de un día de tormenta, de los besos pegajosos de caramelo que nos deja nuestro hijo en la cara, de la mirada cómplice de quien queremos, de las risas que nos echamos con nuestros amigos, del viento en la cara, de ese atasco que aprovechamos para meditar, de las críticas de los demás, porque seguro que siempre sacamos algo positivo de ellas...
Y no sigo, que podría, por no cargarles con demasiado trabajo este año 2010 así de golpe.
Ya tenemos tarea para el nuevo año. Que nos sea leve...

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