lunes, 22 de marzo de 2010

La esencia


Nota: Quiero pedir perdón por este post, seguramente este no es el lugar para él, y puede que me equivoque a la hora de exponerlo de esta forma.

En principio pensé que no me saldrían las palabras, soy consciente de que dejo muchas cosas en el tintero y que a penas se me va a entender, solo espero que si la persona a la que va dedicada pasa por este rinconcito , pueda entender al menos su esencia. "Perdón por abusar así de algo que no me pertenece, si tengo que sacarlo haceme saber.





No es necesario colgarse del techo de la luna para ver el firmamento, al igual que no es necesario caerse para saber que duele.

De nada sirve llegar a la luna con una flecha sino se tiene a quien contar la hazaña, de nada sirve llegar a lo más alto si descuidamos lo más cercano. Podes lanzar una flecha a cada muro de la luna y subir ahí para colgarte de su techo, podes saltar por encima de tontos, sabios y necios, pero algún día tendrás que volver a bajar y enfrentarte al mundo.

De nada sirve tener un jardín si todas sus flores son grises, de nada sirve tener un volcán si no gastas el tiempo en limpiarlo al igual que de nada sirve aspirar una esencia si no te paras a descubrir porque es especial. Cada rosa es única y cada esencia aspirada especial, no creo que no lo veas, no creo que seas incapaz de ver la belleza de tus flores grises o la utilidad de un volcán.

Puede que tu jardín esté descuidado, tus pasos en él sean informes, puede que tus volcanes echen humo negro porque hace mucho que no se limpian, puede que todas tus flores parezcan iguales, pero ¿sabes? es difícil creer en algo sino te paras a aspirar su esencia.

Jamás la esencia será perenne, no siempre que se guarde junto al corazón, quizás lo importante no sea ganar el partido sino divertirse jugando.

La esencia dura mucho más que nosotros, es eterna siempre que la sepamos conservar o queramos conservarla. Es muy fácil culpar al destino, a lo que llevas en tu corazón o a la propia esencia en si. Lo difícil es limpiar tu jardín sabiendo que podrás no conseguirlo, podar tus rosas con el riesgo de que se puedan secar o deshollinar tus volcanes sabiendo que pueden no volver a entrar en erupción. De nada sirve tener un mundo a nuestros pies si somos incapaces de inhalar su esencia, porque queremos que sea perenne, o disfrutar lo que se nos dio, porque sentimos que no podemos mirar más allá de nuestras propias restricciones.

De todas formas todo da igual, llega un punto donde ni lo vivido importa y lo que está viviendo no merece la pena, un punto de no retorno, donde volver al principio es imposible y andar hacia delante se nos antoja muy difícil, llegados ahí solo quedan dos opciones, dejar de andar y ver como el jardín, las rosas y los volcanes se van consumiendo mientras vivimos de recuerdos o seguir avanzando, dejar el pasado atrás y solo recordar los buenos ratos, tratar de construir un nuevo jardín y descubrir como lo hizo el Principito, que su rosa, su jardín y su volcán siempre fueron su casa y que su rosa, su jardín y su volcán lo necesitaban tanto como él a ellos.

Por último escribir algo más, probablemente lo más importante de todo lo expuesto por mis emociones: de nada sirve tener todo un mundo sino se puede compartirlo, si no nos proponemos en mantenerlo, de nada sirve ser rey sino se tiene a quien gobernar.


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Para lograr una conexión con lo escrito dejo un pequeñito párrafo del libro “El principito” cuyas letras me han llegado hondamente.

….Sí, yo te quiero -le dijo la flor-, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz. . . Y suelta de una vez ese fanal; ya no lo quiero.

-Pero el viento...

-No estoy tan resfriada como para... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.

-Y los animales...

-Será necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas; creo que son muy hermosas. Si no ¿quién vendrá a visitarme? Tú estarás muy lejos. En cuanto a las fieras, no las temo: yo tengo mis garras.

Y le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Luego añadió:

-Y no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una vez.

La flor no quería que la viese llorar: era tan orgullosa...

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